por P. Andrés Zúñiga Peregrina
Yo te he entregado Jericó
«Mira, yo te he entregado Jericó.»
Antes de que Israel empiece a marchar, antes de que suene una sola trompeta, antes de que se levante el polvo del primer día, Dios ya declara la victoria como algo hecho: «yo te he entregado».
Tiempo pasado. Obra terminada. Resultado asegurado.
Dios no está con los nervios de punta. No está cruzando los dedos para que Jericó caiga. No está calculando si Israel dará el ancho. La victoria ya está garantizada porque Él mismo la decretó.
Sin embargo, hace algo que parece raro: les manda caminar seis días completos sin que se vea ni una grieta en la muralla. ¿Para qué? Porque Dios no solo está consiguiendo la victoria a su alrededor; está formando paciencia y fortaleza dentro de ellos. La fe casi siempre crece en ese espacio entre la promesa de Dios y el momento en que se cumple.
- Seis días haciendo exactamente lo mismo.
- Seis días en silencio total.
- Seis días con la gente encima de la muralla riéndose de ellos.
- Seis días sintiéndose un poco tontos.
Ahí es donde muchos tiran la toalla: no porque la muralla sea demasiado fuerte, sino porque obedecer cansa y parece que no pasa nada. Todos queremos la victoria explosiva del día 7 sin haber aguantado los días 1 al 6.
Pero Dios sabe muy bien lo que hace. Con la obediencia repetida forja una fe que resiste. Con lo cotidiano y monótono desarrolla madurez. Con los días de silencio construye aguante espiritual. La fe suele ser caminar en círculos mucho antes de que llegue el grito de victoria.
Yeshua actúa de la misma manera con nosotros. Él ya nos declaró más que vencedores (Romanos 8:37), ya nos dio toda autoridad (Mateo 28:18-20), ya terminó la obra en la cruz y dijo «Consumado es» (Juan 19:30). Sin embargo, nos pide seguir caminando, obedeciendo y creyendo aunque todavía no veamos la muralla caer. La victoria ya está ganada; lo que falta es que se manifieste… y mientras tanto, Él está formando en nosotros un carácter que resista cualquier batalla futura.
Reflexión
- ¿En qué área de tu vida te sientes desanimado porque todo sigue igual?
- ¿Qué promesa de Dios has dejado de creer o de caminar porque tarda en cumplirse?
- ¿Estás dispuesto a seguir dando vueltas en silencio, confiando en que Él ya entregó la ciudad en tus manos?
«Señor, dame fuerza para resistir. Cuando no vea avances, cuando sienta que no está sucediendo nada, cuando no vea o entienda el propósito de una situación, recuérdame que la batalla es tuya no mía, y que conforme a Tú voluntad ya está determinada la victoria.»
