El capítulo 25 expone el sistema de bienestar social y el sistema económico de Israel. Básicamente, se trataba de un sistema económico capitalista, donde los particulares tenían propiedades y pequeños negocios controlaban los medios de producción de bienes y servicios.
Este no es el caso en un sistema económico puramente socialista (o marxista o comunista) donde el gobierno es dueño de la mayor parte de la propiedad y controla los medios y la distribución de bienes y servicios.
Sin embargo, el sistema capitalista que Yahweh le dio a Israel contenía algunos controles cuasi-socialistas y contrapesos para que los individuos no pudieran convertirse en ricos codiciosos a expensas de los pobres. La filosofía económica socialista exige que la riqueza de la nación sea distribuida en partes iguales entre todos, incluyendo los pobres. Esto puede sonar bien en teoría, pero no funciona.
En realidad, el socialismo ahoga la iniciativa individual al castigar (a menudo a través de impuestos y otros medios de confiscación y redistribución de la riqueza por el gobierno) a los que a través del trabajo duro, sacrificio, iniciativa y creatividad se han hecho ricos. Por lo tanto es lógico pensar, ¿por qué los ricos trabajarían duro si los frutos de su trabajo sólo serán confiscados y se les darán a los pobres o los que no tienen?”
Por otro lado, el capitalismo es también un sistema defectuoso ya que con el tiempo los ricos a menudo terminan siendo dueños de gran parte de la tierra y controlando la mayor parte de la riqueza. Siendo la naturaleza humana lo que es, los ricos codiciosos convertirán un sistema capitalista en un capitalismo oligárquico donde sólo unos pocos capitalistas ricos controlan casi todo, incluyendo los sistemas económicos y políticos. Este es el sistema de los últimos tiempos que se describe en Apocalipsis 18 y se llama Babilonia la Grande. Este sistema termina por esclavizar a la gente a través de medios políticos y económicos, y creando una verdadera servidumbre de los que están bajo su dominio (ver Ap.18:11-23).
Con estas cosas en mente, al estar leyendo el capítulo 25 nota cómo Dios instruyó que los pobres fueran atendidos. No había un sistema de asistencia social del gobierno basado en cobrar impuestos a los productores y dando a los no productores. Todos trabajaban. Observa cómo se manejó la deuda, y cómo las personas trabajan para pagar sus deudas. Observa cómo el año del jubileo impidió a los ricos la adquisición de toda la tierra, y como cada 50 años hubo una redistribución de la tierra, de manera que los que por pereza o la mala gestión de sus recursos perdieron sus tierras pudieran recuperarlas para a su familia. A estos individuos se les dio misericordiosamente una segunda oportunidad para empezar de nuevo y aprender de sus errores del pasado. Se promovió prestar a los pobres y se prohibió el cobro de intereses.
Al leer este capítulo considera cómo YHWH trata con los males sociales y económicos recurrentes que han plagado el mundo desde tiempos inmemoriales, en comparación con cómo los hombres tratan actualmente con los mismos problemas y por lo general terminan empeorando las cosas.
Aunque sería difícil implementar este sistema en nuestra sociedad altamente industrializada y colectiva de hoy, es probable que en el futuro durante el Milenio cuando la instrucción de Dios sea la regla en la tierra y probablemente el agrarismo sea el paradigma dominante, que un sistema de este tipo basado en la palabra una vez más sea establecido.
Por Nathan Lawrence Traducción y adaptación por Peregrin Intl. para UCCD.