No me cuentes tus logros, ni me digas cuantos miembros tiene tu grupo, cuantas millones de copias se han vendido de tu material, en cuantos países has estado o cuantos premios has recibido.
Quiero ver como tratas a tus padres, quiero escuchar que piensa de ti tu cónyuge, quiero conocer a tus hijos, quiero saber lo que dicen de ti tus vecinos y la gente que te atiende en los lugares que frecuentas. Entonces sabré si vale la pena escucharte. –PAZ
1 Tim. 3 Palabra fiel es ésta: si alguien aspira al cargo de obispo (supervisor), buena obra desea hacer. 2 Un obispo debe ser, pues, irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, de conducta decorosa, hospitalario, apto para enseñar, 3 no dado a la bebida, no pendenciero, sino amable, no contencioso, no avaricioso.
4 Que gobierne bien su casa, teniendo a sus hijos sujetos con toda dignidad; 5 (pues si un hombre no sabe cómo gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios?) 6 No debe ser un recién convertido, no sea que se envanezca y caiga en la condenación en que cayó el diablo. 7 Debe gozar también de una buena reputación entre los de afuera de la iglesia, para que no caiga en descrédito y en el lazo del diablo.
8 De la misma manera, también los diáconos deben ser dignos, de una sola palabra, no dados al mucho vino, ni amantes de ganancias deshonestas, 9 sino guardando el misterio de la fe con limpia conciencia. 10 Que también éstos sean sometidos a prueba primero, y si son irreprensibles, que entonces sirvan como diáconos. 11 De igual manera, las mujeres (diaconisas) deben ser dignas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo. 12 Que los diáconos sean maridos de una sola mujer, y que gobiernen bien sus hijos y sus propias casas. 13 Pues los que han servido bien como diáconos obtienen para sí una posición honrosa y gran confianza en la fe que es en Cristo Jesús.