¿Te has equivocado alguna vez? Yo si, muchas veces. Recuerdo el día de la boda de mi cuñada. Recién habíamos llegado a la ciudad y no conocía bien las calles y lugares. Me habían pedido que firmara como testigo, que fuera el fotógrafo del evento y además tenía la gran responsabilidad de llevar a (mi suegra) la mamá de la novia y su abuelita junto con mi familia. Precavido como soy, pregunté al novio la dirección del lugar e indicaciones para llegar. Él no sabía la dirección y las indicaciones no me sirvieron de nada ya que yo no conocía la ciudad. Le llamé a mi suegro y le hice la misma pregunta con el mismo resultado, no sabía la dirección y sus indicaciones no me ayudaron. Así que tuve que recurrir a internet para buscar la dirección del lugar y al “infalible” GPS (sistema de posicionamiento global) para ubicarlo. Nuevamente llame a mi suegro para decirle lo que había hallado y ver si le sonaba correcta la dirección a lo que me dijo que no tenía idea pero suponía que si. La noche de la boda mi cuñada (la novia) nos prestó su camioneta negra de modelo reciente para que entraramos todos y salimos con el tiempo justo. Íbamos la abuela, mamá, hermana de la novia y mis hijos conmigo al volante todos siguiendo el GPS.
Comienza la tragedia. Media hora después de conducir por el periférico mi suegra comienza a decir -por aquí no es- a lo que traté de no reaccionar, hasta que subió el tono después de como la tercera vez y respondí enfáticamente: “Estoy siguiendo el mapa, seguramente es un camino diferente”. Unos 10 minutos después de seguir en la misma dirección hacia las afueras de la ciudad mi suegra ya evidentemente molesta dijo algo como -este no es el camino, vamos en otra dirección, no vamos a llegar a tiempo, bájeme y tomó un taxi. Mi esposa trató de calmarla asegurándole que ya íbamos a llegar posiblemente por otro lado y que no tenía caso lo que quería hacer. De pronto para alivio mío el GPS indicó que diera vuelta y entrara a una colonia, aparentemente estábamos cerca.
Comienza el terror. Nos internamos en una colonia que a duras penas tenía alumbrado, la calle no estaba pavimentada, estaba llena de baches y como había llovido había lodo por todas partes. Las casas eran de lámina y los pocos que estaban en la calle se nos quedaban mirando como fuera de lugar -¿sería la camioneta o la gente vestida de fiesta? Escenas de terror empezaron a venir a mi mente, perdidos de noche caminando por el lodo y cosas así. Estaba usando mi último granito de confianza en el GPS creyendo que posiblemente saldríamos detrás de otra colonia, que era un atajo, etc. Entonces mi suegra ya no solo molesta sino angustiada dijo -estamos en la colonia “X” una de las más peligrosas de la ciudad, de noche y en esta camioneta nos van a bajar ¡sáquenos de aquí inmediatamente! Estaba decidiendo hacerle caso cuando el GPS indicó que habíamos llegado a nuestro destino; en medio del lodo, ni salón de eventos, ni fiesta, ni nada, un perro callejero que se nos quedo viendo y eso fue todo.
Comienza la huida. Comenzaron las llamadas por teléfono pues todos en la boda estaban preocupados y esperando que llegáramos, yo buscando y orando por una salida. En eso pasó a nuestro lado un angel, ¡un angel en forma de un camión colectivo que seguí sin despegarme y nos sacó de ese lugar! Siguiendo las instrucciones de mi suegra llegamos como media hora después, esto es 1 hora tarde. No hay palabras suficientes que describan lo que sentí y lo difícil que fue permanecer en la boda. Vergüenza y coraje por mi error una y otra vez. Quería meterme en un hoyo y no asomar la cara en un par de años. Pero no pasó tanto tiempo.
Todos nos equivocamos en cosas grandes y pequeñas, pero no todos tenemos la disposición de reconocer nuestros errores y buscar la corrección y esto es lo que hizo diferencia entre Saúl y David. Ambos personas que cometieron grandes y graves errores delante de Dios, sin embargo Saúl no reconoció sus errores, no se arrepintió ni buscó o admitió la corrección.
Saúl:
1 Samuel 13:11 Pero Samuel dijo:“¿Qué has hecho?” Y Saúl respondió:“Como vi que el pueblo se me dispersaba, que tú no llegabas dentro de los días señalados y que los Filisteos estaban reunidos en Micmas, 12 me dije:‘Ahora los Filisteos descenderán contra mí en Gilgal, y no he implorado el favor del SEÑOR. ’ Así que me vi forzado, y ofrecí el holocausto.”
13 Samuel dijo a Saúl:“Has obrado neciamente; no has guardado el mandamiento que el SEÑOR tu Dios te ordenó, pues ahora el SEÑOR hubiera establecido tu reino sobre Israel para siempre. 14 Pero ahora tu reino no perdurará. El SEÑOR ha buscado para sí un hombre conforme a Su corazón, y el SEÑOR lo ha designado como príncipe sobre Su pueblo porque tú no guardaste lo que el SEÑOR te ordenó.
1 Samuel 15:17 Y Samuel dijo:“¿No es verdad que aunque eras pequeño a tus propios ojos, fuiste nombrado jefe de las tribus de Israel y el SEÑOR te ungió rey sobre Israel, 18 y que el SEÑOR te envió en una misión, y te dijo:‘Ve, y destruye por completo a los pecadores, los Amalecitas, y lucha contra ellos hasta que sean exterminados?’ 19 ¿Por qué, pues, no obedeciste la voz del SEÑOR, sino que te lanzaste sobre el botín e hiciste lo malo ante los ojos del SEÑOR?
20 Entonces Saúl dijo a Samuel:“Yo obedecí la voz del SEÑOR, y fui en la misión a la cual el SEÑOR me envió, y he traído a Agag, rey de Amalec, y he destruido por completo a los Amalecitas. 21 Pero el pueblo tomó del botín ovejas y bueyes, lo mejor de las cosas dedicadas al anatema (a la destrucción), para ofrecer sacrificio al SEÑOR tu Dios en Gilgal.” 22 Y Samuel dijo:
“¿Se complace el SEÑOR tanto
En holocaustos y sacrificios
Como en la obediencia a la voz del SEÑOR?
Entiende, el obedecer es mejor que un sacrificio,
Y el prestar atención, que la grasa de los carneros.
23 Porque la rebelión es como el pecado de adivinación,
Y la desobediencia, como la iniquidad e idolatría.
Por cuanto tú has desechado la palabra del SEÑOR,
El también te ha desechado para que no seas rey.
…
30 Saúl respondió:“He pecado, pero te ruego que me honres ahora delante de los ancianos de mi pueblo y delante de Israel y que regreses conmigo para que yo adore al SEÑOR tu Dios.
¿Alguna vez has perdido la paciencia, cedido ante la presión del tiempo, de la gente, obedecido a medias, has buscado justificarte y culpar a los demás por tus errores, etc? Se de todo esto por experiencia propia. Fueron los síntomas de que el corazón de Saúl estaba cayendo en rebeldía, y fue su orgullo lo que le impidió reconocerlo. Nota como de ser el “SEÑOR mi Dios” pasó a ser el “SEÑOR tu Dios”.
Esa noche cuando regresamos de la boda mi suegra y la abuelita no vinieron con nosotros. Llegando a la casa junté a mi esposa y a mis hijos quienes habían presenciado todo. Y les pedí perdón por lo que les hice pasar. Les hablé de lo mal que me sentía, del error que cometí sin tratar de justificarme y les dije que iba a arreglar el asunto con su mamá/abuela en cuanto pudiera.
Buscar justificar nuestra desobediencia culpando a las circunstancias o a los demás es algo natural por el orgullo y es una manera en que tratamos de ocultar nuestra propia rebeldía -recuerda a Eva culpando a la serpiente, Adán culpando a Eva- e incluso llegamos a decir que estamos desobedeciendo mandamientos de YHWH para poder ofrecerle una mejor ofrenda. El Señor es muy claro: obedecer y prestar atención, básicamente el significado de “sh’ma/escucha Israel” (Deu.6:4), es la mejor manera que tenemos de adorarle. Sin esto todo lo demás no cuenta en lo absoluto. Es lo que Dios dice, como y cuando Él lo dice. Lo que Dios quiere, como y cuando Él lo quiere. Lo opuesto a esto es la ofrenda de Caín la cual fue rechazada.
David:
2 Samuel 12:9 ¿Por qué has despreciado la palabra del SEÑOR haciendo lo malo ante Sus ojos? Has matado a espada a Urías el Hitita, has tomado su mujer para que sea mujer tuya, y a él lo has matado con la espada de los Amonitas. 10 Ahora pues, la espada nunca se apartará de tu casa, porque Me has despreciado y has tomado la mujer de Urías el Hitita para que sea tu mujer. ’”
11 “Así dice el SEÑOR:‘Por eso, de tu misma casa levantaré el mal contra ti; y aun tomaré tus mujeres delante de tus ojos y las daré a tu compañero, y éste se acostará con tus mujeres a plena luz del día. 12 ‘En verdad, tú lo hiciste en secreto, pero Yo haré esto delante de todo Israel y a plena luz del sol. ’” 13 Entonces David dijo a Natán:“He pecado contra el SEÑOR.” Y Natán dijo a David:“El SEÑOR ha quitado tu pecado; no morirás. 14 Sin embargo, por cuanto con este hecho has dado ocasión de blasfemar a los enemigos del SEÑOR, ciertamente morirá el niño que te ha nacido.
…
22 Y él respondió:“Mientras el niño aún vivía, yo ayunaba y lloraba, pues me decía:‘¿Quién sabe si el SEÑOR tendrá compasión de mí y el niño viva? ’ 23 Pero ahora que ha muerto, ¿por qué he de ayunar? ¿Podré hacer que vuelva? Yo iré a él a, pero él no volverá a mí.
David en cambio reconoció sus faltas al ser confrontado. En este caso no es lo que dijo, como Saúl, sino lo que no dijo: No intentó culpar a las circunstancias, el cómo se dieron las cosas, su debilidad o derechos como Rey, ni le echó la culpa a la mujer o a otra persona. Él reconoció su pecado, se humilló, asumió las consecuencias y aceptó la corrección con resignación.
Ese es el punto de diferencia entre una persona que es usada por Dios por un corto tiempo más no permanece debido a que no reconoce y aprende de sus errores ni deja que el Padre lo corrija y por otro lado alguien que aunque comete errores acepta y permite la corrección para permanecer en la voluntad de Dios y como resultado es luz a lo largo de su vida y aún para muchas generaciones después.
Al día siguiente de la boda cuando estábamos todos reunidos, incluidas mi suegra y la abuelita, les pedí perdón, me humille, declare mi error, mi vergüenza por lo que les hice pasar y lo mal que me sentí por ello. También hice el compromiso con mi suegra de hacerle caso en cualquier indicación al conducir por encima de el GPS. Todos me perdonaron y fui libre.
Todos vamos a equivocarnos si no hoy, en esta semana. Cuando nuestra falla se hace evidente y no somos capaces de reconocerlo y cambiar, perdemos la confianza de quienes nos rodean y comienzan a vernos como hipócritas. Este ya de por sí es otro pecado que Yeshua/Jesús señaló y condenó firmemente.
¿En nuestro hogar estamos siendo como Saúl o como David? Es tan importante reconocer nuestros errores cuando están nuestros hijos (naturales o en el Señor) presentes. Habrá quienes piensan que nos resta autoridad, perdemos nuestra posición, etc. Nada más falso. Ellos aprenden de nuestros errores y el ver nuestra capacidad de reconocer cuando fallamos y hacer correcciones eleva la estima que nos tienen y añade a la confianza que nos otorgan. ¿Qué clase de líderes queremos ser? ¿Qué hacemos cuando nos hemos equivocado?
Arrepentimiento
Sin arrepentimiento y convicción del pecado no hay ni perdón, ni salvación.
Mat.21:28 “Pero, ¿qué les parece? Un hombre tenía dos hijos, y llegándose al primero, le dijo:‘Hijo, ve, trabaja hoy en la viña.’ 29 Y él respondió:‘No quiero;’ pero después, arrepentido, fue. 30 Llegándose al otro, le dijo lo mismo; y éste respondió: ‘Yo iré, señor; ’ pero no fue. 31 ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?” “El primero,” respondieron ellos. Jesús les dijo:“En verdad les digo que los recaudadores de impuestos y las rameras entran en el reino de Dios antes que ustedes. 32 Porque Juan vino a ustedes en camino de justicia y no le creyeron, pero los recaudadores de impuestos y las rameras le creyeron; y ustedes, viendo esto, ni siquiera se arrepintieron después para creerle.
Hay quien dice que Yeshua/Jesús nunca condenó. No lo veo así en las Escrituras. El siempre señaló la verdad y eso como consecuencia evidencia el pecado. Muchas veces cuando exponemos la verdad y por consiguiente el pecado, se nos reclama que estamos condenando a los demás. No es así, cuando se señala lo que Dios dice en la escritura se hace evidente el error: cada quien es responsable de cómo responde a la verdad. Se justifica al arrepentirse y buscar el perdón (por los méritos de Yeshua/Jesús) con la corrección o se condena a sí mismo haciendo lo que hizo Saúl.
Como maestro recuerdo una ocasión en que un alumno que no hacía ni el mínimo esfuerzo por estudiar entregó su examen casi en blanco. Eso desgraciadamente es más o menos común, mi sorpresa vino cuando al ver el resultado me dijo -me reprobó- a lo que respondí: “Tú te reprobaste; es tu examen y tus respuestas, yo solo lo califiqué.”
Entendí porque a veces cuando el Eterno Dios nos pone a prueba y fallamos busquemos echarle la culpa incluso a Él. Pero El Maestro nos dio Su Palabra; sabemos que debemos estudiar, que debemos hacer y que es lo que se espera de nosotros (o deberíamos saberlo). El resultado, las consecuencias de nuestras acciones y estilo de vida depende de nosotros no de los demás, no de Dios. Nos guste o no, Dios nos mide por nuestras decisiones, nuestras acciones y los resultados de estas, no las intenciones que tengamos. Dios ama a todos y llama a todos, pero no acepta y escoge a todos; eso depende de cada persona.
Mateo 22:10 Aquellos siervos salieron por los caminos, y reunieron a todos los que encontraron, tanto malos como buenos; y el salón de bodas se llenó de invitados.
11 “Pero cuando el rey entró a ver a los invitados, vio allí a uno que no estaba vestido con traje de boda, 12 y le dijo:‘Amigo, ¿cómo entraste aquí sin traje de boda?’ Pero el hombre se quedó callado. 13 El rey entonces dijo a los sirvientes: ‘Átenle las manos y los pies, y échenlo a las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes.’ 14 Porque muchos son llamados, pero pocos son escogidos.
Efe.6:14 Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad (Isa.11:5), y vestidos con la coraza de justicia (Isa.59:17),15 y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz (Isa.52:7).
Como dijo Pablo citando al profeta Isaías: Si amo a Dios y entiendo que fui invitado a la boda, debo cambiar mis ropas. Esto es; mi conducta, mi forma de vivir, por la de una persona que que ha sido llamada a la boda con el Mesías y busca ser escogida por Él y se mantiene fiel. Entramos por gracia, nos mantenemos dentro obedeciendo por amor y arrepentidos cuando fallamos.
Juan 14:23 Le contestó Jesús:
– El que me ama, obedecerá mi palabra, y mi Padre lo amará, y haremos nuestra vivienda en él. 24 El que no me ama, no obedece mis palabras. Pero estas palabras que ustedes oyen no son mías sino del Padre, que me envió.
Si yo amo verdaderamente a Dios, voy a buscar conocer y obedecer sus mandamientos en toda mi manera de vivir, en cada relación que tengo con otros para que cuando sea puesto a prueba en la vida sea hallado aprobado interpretando y aplicando correctamente Su Palabra (2Tim.2:15). Si digo que amo a Dios y no quiero obedecer Su Palabra con respecto a todo en mi vida y mis relaciones, me estoy engañando.
Ap.17:14 Ellos pelearán contra el Cordero, pero el Cordero los vencerá, porque El es Señor de señores y Rey de reyes, y los que están con El son llamados, escogidos y fieles.
Si estás leyendo esto has escuchado el llamado, depende de ti lo que harás después. Nada se compara ni se comparará a estar entre sus escogidos y fieles. ¿Serás como David o como Saúl? ¿Será tu historia la crónica de una tragedia o la crónica de una victoria anunciada?
Con amor,
-AndrésZP