¡Bienvenido al 1er “Café Con Dios” online: Un café para tu alma!
Estaba en un vuelo de noche mucho más turbulento de lo normal, después de más de 140 mil km. he estado en muchas turbulencias pero esto era demasiado. El avión era grande y había poca gente por lo que algunos nos acostamos en filas de asientos pero no podía dormir por las sacudidas. Venía rebotando en el asiento cada que el avión caía en una bolsa de aire. La turbulencia hacia que el avión de más de 180 toneladas se sintiera como un camión de ruta en una calle llena de baches. Comencé a preocuparme. ¿Qué si ese era el momento y la forma en que nos iba a tocar irnos de está tierra?¿Quién podría asegurar que aún no terminábamos nuestra misión aquí?¿Qué pasaría con mi familia, con mis hijos creciendo sin su papá? Todo esto circulaba por mi cabeza cuando de la fila de adelante vi que se levantaba la cabeza de mi amigo Emanuel. Él estaba profundamente dormido y solo alcanzó a medio abrir un ojo mirando alrededor para ver que sucedía. No se si leyó la expresión de mi cara pero me dijo plenamente convencido: -Si se va a caer….¡pues que se caiga! Se acomodó nuevamente y ¡¡¡siguió durmiendo!!!
No lo podía creer. En ese momento vinieron a mi mente las palabras -Yo soy el buen pastor y cuido de mis ovejas, ¿quién te puede separar de mi amor? Ni la muerte… Entendí que si Dios disponía que ese avión cayera ni la tecnología más moderna podría evitarlo. Y por el contrario si Dios sostenía ese avión, no había tormenta capaz de tirarlo. Algo sobrenatural sucedió en mi, me dio risa y grite por dentro ¡levanta las manos se siente más padre!
NO soy fanático de las emociones fuertes, pero esta es la paz de la que dice la palabra que va más allá de lo que podemos entender. No es lógica, no tiene sentido pero ahí está. En momentos en que estás desesperado o enfermo te da esperanza. Cuando tienes un problema que no puedes resolver tienes la confianza de que saldrás adelante. Cuando tienes que pagar una cuenta y no tienes el dinero a la vista tienes la certeza de que de alguna forma, en algún momento Dios te mostrará la manera.
No es sugestión mental o negar la realidad y esperar que desaparezca. Es tener la seguridad de que en medio de esa situación real e imposible Dios hará que vencer sea posible. Es saber que nos ama, nos protege y nos respalda cuando seguimos su consejo.
No quieres tener esa clase de temple que puede decir –¡pues que se caiga! La clave está en reconocer que a los que confiamos y obedecemos a Dios, no hay nada que nos pueda venir que escape de su control y que Él nos ama por el simple hecho de ser suyos. Entonces ¿de qué me sirve preocuparme? ¿Qué puedo cambiar con eso? Continua en ¡No Te Preocupes, ocúpate!
Lectura: Ro.8:35-39