¡Bienvenido al 1er “Café Con Dios” online: Un café para tu alma!
Me gusta arreglar cosas. Cuando era chico me encontraba constantemente arreglando (o descomponiendo) algo. Hoy en día me gusta crear soluciones. A menudo digo -no hay nada que no pueda arreglarse o tener un uso, no hay situación alguna que no pueda solucionarse de alguna manera.
Sin embargo arreglar cosas, problemas o cualquier situación lleva tiempo. Y tiempo es un recurso limitado, lo que me lleva a preguntarme: ¿Qué vale la pena arreglar o solucionar?
Siempre habrá más problemas nuestros o de los demás de los que podemos resolver así que es importante dedicarle tiempo a aquello que realmente es importante para nosotros y para Dios quien nos da el tiempo de vida.
Imagina por un momento el día que llegues al cielo y alguien te pregunte ¿qué hiciste con tu vida que valga la pena contar, que vaya a permanecer aún después de que ya no estés? Los bienes van y vienen, la riqueza cambia de manos constantemente, los logros en su mayoría son olvidados con el tiempo; ¿quién recuerda quién fue el primero en llegar a la cima del Everest o quién inventó el mp3?
Podemos recordar más fácilmente a aquellas personas que nos han ayudado en un tiempo de necesidad o nos han dado un buen consejo en el momento justo, o simplemente han estado a nuestro lado en las buenas y en las malas y nos ayudan a resolver problemas o a poner en orden nuestra vida. No hay huella más durable en nuestro paso por la tierra que la que dejamos en la vida de personas. ¿En qué o en quienes estás invirtiendo tu tiempo?
Hay una huella de amor que sobresale en la historia de la humanidad, la de Jesús. Dedicó su vida para sanar, liberar, enseñar y mostrar el camino, empezando por los que estaban a su alrededor. ¿Qué puedes hacer hoy por los que están cerca de ti?
Lectura: Jn.15:11-15